Del tabú a la acción: hablemos del suicidio

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img-5103CHARLA-COLOQUIO. Del tabú a la acción: hablemos del suicidio. El suicidio siempre ha sido un tabú. Hemos de pasar a la acción creando esperanza en nuestro entorno; todos podemos ayudar a prevenirlo.

Estas líneas eran la invitación para participar en la charla-coloquio que Íñigo Samaniego Oviedo, psicólogo especialista en Psicología Clínica, se disponía a dar el 20 de mayo, organizado por el Movimiento de los Focolares en Bilbao, en los locales de la Basílica de Begoña. Un tema atrevido, pero muy actual, y en el que participamos 45 personas.

Agradecemos a Íñigo Samaniego Oviedo por esta oportunidad para acercarnos a este tema y ayudarnos a ser conscientes de cuánto podemos contribuir a su prevención.

Nada más empezar, el ponente nos informó de que “Crear esperanza a través de la acción” era el lema que la Organización Mundial de la Salud (OMS) había elegido para el periodo 2021-2023 con el objetivo de que las naciones del mundo implementasen y promovieran acciones para la prevención del suicidio. Asimismo, nos recordó que desde 2003 la OMS había establecido el 10 de septiembre como “Día Mundial” para conmemorar esta prevención.

Entonces, ¿el suicidio se puede prevenir?

El suicidio es un concepto que nos asusta. En torno a él existe un halo de tabú, de temor más bien. Nuestra cultura occidental vive de espaldas a la muerte y todo lo relacionado con ella. Y el suicidio, además, conlleva otros mitos que condicionan nuestra actuación:
– Mejor no preguntar a una persona si está pensando en suicidarse; ¡puede incitarle a hacerlo!
– La persona que se quiere suicidar no lo dice.
– La persona que expresa su deseo de acabar con su vida nunca lo hará.
– El suicidio es impulsivo.
– Solo las personas con problemas psíquicos graves se suicidan.
– La persona que se suicida quiere morir.
– Hablar sobre el suicidio públicamente tiene efectos devastadores. Provoca el “efecto llamada”.

No se puede prevenir lo que no conocemos. En palabras de Ianire Angulo Ordorika “…el suicidio es un tema del que no se habla. Dicen que es para evitar un posible ‘efecto llamada’, pero me temo que desconocer los datos y mantener el tabú que despierta el tema no nos ayuda demasiado. Aquello de lo que no se habla, no existe para nosotros y, por eso mismo, se desconoce y no se puede prevenir. El drama de los suicidios es solo un ejemplo de cómo silenciar una realidad incómoda y desagradable solo aumenta el problema. Lo que no nombramos ni reconocemos adquiere un poder descomunal, porque actúa zafándose de nuestra consciencia y nos impide disponernos a afrontar esa realidad incómoda y desagradable”.

Por tanto, si lo hacemos, el suicidio se puede prevenir; con intervenciones oportunas, basadas en evidencias. El primer objetivo en la prevención del suicidio es poder hablar, es romper el silencio que le rodea. No se puede prevenir algo de lo que no se puede hablar, pero debe hacerse:
– Con responsabilidad, apoyándonos en informaciones veraces, científicas, que ayuden a disminuir el tabú, el estigma y el oscurantismo asociados históricamente al suicidio.
– Para ello son necesarias la información, la formación, la sensibilización y la concienciación de los diferentes miembros de la sociedad (jóvenes, familias, docentes, periodistas, psicólogos, etc.).

Samaniego introdujo algunos elementos de información básica que debemos conocer y tener en cuenta:

¿Qué es una conducta suicida?
Es un fenómeno complejo. Nunca ocurre como resultado de una única causa. Ni se define ni se clasifica como un trastorno mental. Abarca completamente a la persona en su contexto (personal, familiar, educativo, laboral, social…), incluyendo variables biológicas, psicológicas y sociales

¿A qué responde la conducta suicida?
Esta conducta conlleva tres fases: ideación suicida, comunicación suicida y acto suicida.
– La ideación suicida, a su vez, es una concatenación de procesos que se manifiestan por tener ideas sobre la muerte, o deseos de morir, idear/pensar en suicidarse y planificarlo.
– La comunicación suicida (el 90% de las personas que acabaron con su vida manifestaron clara y previamente sus deseos y el 10% restante dejó entrever sus intenciones): amenaza suicida y expresión verbal y no verbal, respectivamente.
Acto suicida: intento y consumación del suicidio.

¿Cuáles son los factores de riesgo?
Es muy importante comprender el contexto vital-biográfico de la persona y sus circunstancias.
– El núcleo del suicidio radica en un sufrimiento límite vivido como “intolerable, inescapable e interminable” y para el cual la persona no ve mejor solución.
– Para la persona que se suicida el objetivo es dejar de sufrir.
– Las crisis y conductas suicidas se entienden como soluciones irreversibles y definitivas a situaciones “transitorias” de crisis, ruptura y atrapamiento existencial del yo con el mundo, con los otros y consigo mismo/a.

Según esto, la persona que manifiesta una conducta suicida:
Percibe que es una carga para sí misma, sus amistades o su familia.
Se siente solo/a o desconectado/a de sus amistades, de su familia o de otros círculos sociales valiosos para él/ella.
– Siente que no tiene salida o escape, sin posibilidad de que nadie lo/a rescate e impotente para cambiar aspectos de sí mismo/a.
– Tiene percepciones negativas sobre el futuro y la posibilidad de que las cosas cambien (desesperanza).

Los factores de riesgo, de menos a más, serían:
Presencia de la ideación suicida.
Falta de apoyo, de red social.
– Situación de desesperanza.
Ser varón (un 75% de las personas que se quitan la vida lo son).
– Tener un trastorno mental.
– Haber hecho intentos previos (de entre un 51 – 80% lo han intentado antes).

Factores precipitantes
Cuando se dan los factores de riesgo y se mantienen en el tiempo, hay circunstancias que pueden actuar como detonantes de la conducta suicida.
– Adolescentes y jóvenes: Distintos tipos de acoso, bullying, maltrato, abusos, violencia doméstica, ruptura sentimental, falta de sentimiento de pertenencia, exclusión, lo que pasa en las redes y no sabemos…
– Personas adultas: Pérdida de estatus, ruina económica, debut en enfermedad mental, descubrimiento de una infidelidad, separaciones traumáticas…
– Personas de más de 60 años: viudedad —varones, 1er. año—, desesperanza —todo irá a peor por desgaste—, enfermedad —crónica, dolorosa—, falta de sentido de pertenencia…

¿Cuáles son los factores de protección?
Serían las condiciones, las características o circunstancias de la persona o grupos de personas que disminuyen el riesgo de una eventual conducta suicida.

De más a menos:
Red social:
La familia: tener relaciones y vínculos seguros; disponer de personas con disponibilidad emocional; sentir la posibilidad de comunicar las emociones; sentirse apoyado/a en el entorno familiar.
Factores personales: desarrollo de habilidades sociales y emocionales, de una alta autoestima y propósito vital o significado en la vida; tener actitudes y valores prosociales; mantenerse conectado con las personas, la familia, la comunidad y las instituciones sociales.
Factores sociales: tener relaciones y vínculos seguros entre iguales; establecer relaciones positivas con el entorno; tener por lo menos una persona en cada espacio social que frecuente con la que hablar y sentirse apoyada/o; realizar actividades saludables tanto individuales como grupales en el tiempo libre: deporte, ejercicio físico, actividades artísticas, voluntariado, etc.; aprender a pedir ayuda, entrenarse en técnicas de resolución de problemas, análisis de necesidades, búsqueda de información; aprender a encajar el fracaso; desarrollar valores positivos como el respeto y la solidaridad.

ESCUCHAR, ESCUCHAR, ESCUCHAR y ACOMPAÑAR, NO AYUDAR…

Preguntar y escuchar a la persona en riesgo sobre sus pensamientos y emociones relacionadas con la conducta suicida aliviará su tensión. Es muy importante que adoptemos una disposición de escucha auténtica y de respeto, lo que le indicará que nos preocupa y que deseamos estar con él/ella. Discutir o minimizar sus ideas es una actitud equivocada.

ESCUCHAR, ESCUCHAR, ESCUCHAR y ACOMPAÑAR, NO AYUDAR…

Pensar que las personas en riesgo no darán señales ni lo hablarán conlleva el riesgo de no prestar atención a las personas que manifiestan sus ideas suicidas o amenazan con suicidarse. Cuando se produce una sospecha de que alguien está en riesgo, se debe indagar y tomarse muy en serio todas las amenazas de autolesión.

ESCUCHAR, ESCUCHAR, ESCUCHAR y ACOMPAÑAR, NO AYUDAR…

Es erróneo pensar que no podemos hacer nada para prevenir la conducta suicida. El suicidio y/o sus intentos, en muchas ocasiones, se puede prevenir y es por ello muy importante que aprendamos a detectar las señales de alerta de riesgo inminente y que conozcamos cuáles son los factores que reducen o incrementan su aparición.

Para finalizar, a modo de breve resumen podríamos subrayar la importancia de ser conscientes de que somos frágiles. De que siempre podemos acoger a la otra persona. No fijarnos tanto en sus heridas, cuanto en que es ella la que está herida. Saber que escuchar y hablar puede salvar vidas. El suicidio, la conducta suicida, no es culpa de nadie, pero sí es responsabilidad de todos. Y que, para acompañar bien, necesitamos formarnos.

Recursos de ayuda
Teléfonos
Línea de atención a la conducta suicida: 024
Emergencias: 112
Teléfono de la esperanza: 944 10 09 44

Web
Aidatu (Asociación Vasca de Suicidología): https://aidatu.org/
Programa para la prevención del suicidio: https://www.prevensuic.org

App
PREVENSUIC

Enlaces temáticos
Sobre el suicidio
Vigilantes de la vida: https://vigilantesdelavida.com/
Profundiza en el suicidio: Un enfoque contextual-fenomenológico sobre el suicidio

Sobre la salud mental (vídeo): https://youtu.be/PWsIbFTVKow
Sobre el bienestar emocional: Promoción del bienestar emocional
Si alguien se siente mal quizás le pueda servir: Del Servizo Galego de Saúde, Supera tu depresión

Libro
Camacho Regalado, Dulce (2021, 3ª Ed.). La pérdida inesperada. El duelo por suicidio de un ser querido. Fundación Española para la Prevención del Suicidio y la Asociación Alaia Duelo.

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